Elda Harrington


Pero en las grietas está Dios... que acecha

Color Blanco y Negro

El planteo del trabajo es tomar fotos desde el auto, mientras manejo, en días de lluvia y con el auto en movimiento.
Es una mezcla de desafío, miedo, un cutting edge, el riesgo permanente. Como diría Borges “Pero en las grietas está Dios, que acecha…”
El auto es como una carcasa, mi carcasa, es como un útero, húmedo…
Desenfocado, movido, a veces irreconocible, otras invadido por la nostalgia… que ni mil pasiones logran arrancar.
Algunas veces lo único que veo son las gotas que como lágrimas no me dejan ver el mundo… es el aire que tiembla.
Es el viaje constante como búsqueda de un espacio que remita a otros tiempos
Tiempos de pérdidas… pérdidas que no te dan tiempo.
Evanescencia.

A mi hermano
Elda Harrington


No hay certezas. Vivir es atreverse a correr riesgos. Porque el peregrinaje hacia la seguridad -tanto en la vida como en el arte- no es mas que una lucha estéril y frustrante cuya meta es solo un espejismo.
Aferrarnos a la comodidad de lo conocido aquieta el espíritu y adormece la creatividad.
Así lo plantea Elda Harrington en este trabajo en el que despliega la madurez de su obra y su posición ante el mundo: el relámpago de la vida es siempre esquivo y aparece en lugares y momentos inesperados, en las fallas, en las grietas.
Para encontrarlo hay que estar dispuesto a transitar, sin permisos ni condiciones, por la cornisa de la vida donde todo es posible: el dolor, el amor, el fracaso, la pasión, la soledad, el miedo… todo, todo, menos el aburrimiento y la anestesia de los sentidos.
A la vuelta de cada esquina, por cualquier ruta, a toda hora, en una noche lluviosa o en un brumoso atardecer, a través de la ventanilla de un auto hay un instante intenso y sorpresivo esperándonos.
Elda lo captura. Justamente allí, donde se condensan todas las emociones, y nos exceden, surge la obra.

Silvia Mangialardi