Elda Harrington


Pero en las grietas está Dios... que acecha (Color)


Elda sale a andar caminos.
Continúa el viaje con una añoranza que no cede por más que el dolor pase,
y una nostalgia que la impulsa a buscar, constantemente,
vaya a saber qué inabordables horizontes.

Los derrochados interrogantes se van difuminando a medida que aclara
y, con eso, la urgencia disminuye.
Tal vez, ahora, le basta con articular preguntas sin pretender ya ninguna respuesta.
Tal vez, ahora, esté llegando a destino.

Y sabiendo que nada es para siempre,
que ni siquiera el dolor o la lluvia escapan a esa suerte,
Elda persiste en enfrentar las inclemencias del tiempo
con la misma disposición que tiende a acoger las destemplanzas de la vida.

Silvia Mangialardi


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